31 de Julio
Ahora mismo me encuentro en la base rodeada de algunos de
los miembros del equipo Synergie-passion, estamos de guardia. Uno de ellos,
Victorien, viene del norte de Francia, de Pas de Calais nada menos, y está a
cargo de un señor minusválido, Stephan, que hoy nos ha amenizado la hora del
café con el número “el té que danza”, de ahí el título del día de hoy. Nos
hemos reído mucho, porque nos esperábamos un truco de magia o algo parecido y
se ha limitado a hacer que una bolsita de té oscilara cual péndulo, pero está
bien ver como intenta hacer sus pinitos a pesar de sus limitaciones. Victorien
se encarga de atender a Stephan durante todo el día, y lo trae a la base a menudo. Es un hombre muy
simpático.
El otro, el que veis en la foto a la derecha es Jean, nuestro mejor recepcionista.
Esta mañana, me he levantado y como no entraba a trabajar
hasta las dos, me he ido a hacer un recorrido turístico por la zona. Hay un
lago muy bonito a las afueras del pueblo, con un caminito alrededor que
aprovecharé uno de estos días para ir a correr. También he descubierto una
piscina al lado del lago que estrenaré mañana. En el camino alrededor del lago, he encontrado a
grupo de señoras jubiladas, que estaban comentando que les habían picado los
mosquitos. Me he acercado a pedirles que me hicieran una foto con el lago de fondo.
De repente, una me pregunta que de dónde soy, que no tengo acento de extranjera. Yo, sorprendida, le digo que eso
es porque no me ha oído decir más que una frase, que soy española, y claro,
empiezas a tirar del hilo, y siempre hay alguien en todos los grupos que tiene
algún familiar español. Una, concretamente, era de padre español, pero había
olvidado todo lo que sabía, y otra era una profesora de educación física
jubilada, ¡qué casualidad!. Seis mujeres solas, y doce años viniendo al
festival. Ha sido un encuentro interesante, me ha hecho sentir grande, feliz,
contenta de encontrar anécdotas en el camino.
Bueno, aunque mi ego
se ha engordado cuando me han dicho que hablaba muy bien en realidad es que… no
saben de mis dificultades cuando intento explicar algunas cosas, Mon Dieu! ¡Qué
apuros paso!.Lo sabe bien el pobre Simón, a quien avasallo con mis dudas
continuamente.
Luego, la comida de los voluntarios ha sido un
Croque-Monsieur, algo muy típico francés, basado en un sandwich de jamón y
queso, con bechamel por encima y queso gratinado. Eso es bastante mejor que el
intento de paella de marisco de hace unos días, mais quel horreur!
Cuando he llegado a la base, una labor me esperaba,… ir con
Ugo, el jefe de la banda, a buscar a un señor inglés a una residencia, para
llevarlo con la silla de ruedas a la plaza a escuchar un poco de música y a
tomar un café.
Bueno, bueno, bueno, pero…. ¿yo no sabía hablar inglés? El
gentleman, no hablaba ni papa de francés, y me ha tocado durante más de media
hora hablar en inglés, ¡qué cruzada de cables!, es que no podía hablar en
inglés, no me salía nada…pero poco a poco, he podido construir alguna frase y
al final hasta he interrogado un poco al señor, que por suerte, hablaba muy
lento. Me ha contado que es de Londres y que llevan ya varios años en Francia
con su mujer. Me he tomado una Perrier, el agua con gas típica de aquí, ¡qué
calor hacía!,… me salía humo de la cabeza.
Sentía en la profundidad de su mirada la decadencia, lo que
fue y ya no es, cómo todo es efímero y me imaginaba al señor de joven, él
también fué joven, claro. En algún momento, su mirada era de agradecimiento por
poder hablar con alguien en su idioma. Es curioso, un señor mayor que no tiene
ninguna intención de aprender francés, que se relaciona poco, y que de repente
encuentra un oasis en mitad de un desierto, alguien que le habla, que se
interesa por su vida, que le atiende.
Esto me ha hecho pensar mucho en cómo creemos todos, tan orgullosos, que nunca nos llegará,¡ja!
Es que hoy…..no paran de ocurrir cosas.
Ayer, por cierto, la noche de conciertos estuvo dedicada al
blues, sonaba bien, muy agradable.
Un rato antes, pasó por el parking una anciana con un
perrito, yo estaba de guardia, y se paró a hablar conmigo. Me decía que adoraba hablar con gente joven que fuese
simpática. Cuando le dije que era española, me empezó a contar sobre la época
de la guerra civil española, cómo la gente venía huyendo de España, y en qué
condiciones, y…con los ojos llenos de lágrimas, expresaba el dolor que hubo en
aquella época, y sus ganas de acogerlos.
Me encanta que la gente me cuente, es como si llevara un
receptor atrapa historias, y sentir que si les escuchas, se sienten
reconfortados. Yo también siento una sensación parecida, me ofrecen el
aprendizaje de una lengua, y la libertad que da en todos los sentidos.
Comunicarse en otro idioma con cierta fluidez produce una sensación de completa
apertura que no he experimentado de ninguna otra forma.
Por otra parte, la gente mayor te habla despacio y vocaliza,
cosa que facilita que tú comprendas, y que puedas expresarte sin miedo.