sábado, 11 de agosto de 2012

Día 15: “Speculos”


7 de agosto



Hoy el día ha amanecido de nuevo con calor.
Tenía la mañana libre, así que una carrerita por el lago me ha sentado bien.
Luego, pasando ya olímpicamente de la comida cantinera para los voluntarios, nos hacemos aquí en la caseta nuestro picnic de “midi”(mediodía), consistente en paté, queso fruta, galletas, etc…que está bastante mejor.
Las galletas recién descubiertas por mí, las “speculos” han sido todo un hallazgo, me las enseñó Simón hace unos días y compré en la plaza para compartirlas con los sinergistas.

Ahora estoy de servicio, y aprovecho los ratos muertos para escribir, aunque es difícil, pues estamos en un punto por el que pasa mucha gente a preguntar, a tomarse un café, y sobretodo a meter el coche en el parking.

Anoche los conciertos fueron horripilantes, era ruido, no se puede decir otra cosa. Además los adeptos a ése tipo de música eran agresivos y estaban alcoholizados como dicen aquí . parece que es un estilo Free jazz. Así que hubo que tragarse el ruido, que te ponía realmente de los nervios y estar allí atentos para proteger a nuestros clientes. Según Ugo, era probable que la gente se dejara llevar por la locura y avanzara hacia las primeras filas poniendo en peligro a los disminuidos de los que nos encargamos. Así fue, ésa música atrae a gente un poco loca, producían los mismos ruidos gritando que los artistas tocando, era realmente molesto. Concretamente el que tocaba el saxofón lo hacía de una manera que producía unos sonidos que daba ganas de salir corriendo.

Me tocó acompañar a un señor en silla de ruedas muy autónomo. Fui a buscarlo en el entreacto y quiso invitarme a un helado, pero acababa de cenar, le dije. En realidad no me siento bien dejándome invitar, yo prefiero ser recompensada con su lado humano simplemente. Hay una parte de los voluntarios, que se encargan de vender helados magnum durante los descansos.
Me contó lo disgustado que estaba con nuestro jefe, Ugo. Según decía, les hace sentir como niños, les obliga a ponerse en sitios determinados, pero él , no le hace nunca caso y se pone donde quiere. Y luego, criticó la barrerita que Ugo se empeña en hacer en los bises alrededor de las sillas. Estaba realmente contrariado.

Después, me las ingenié para irme cuanto antes a dormir. Mathieu, que vive en un pueblo de al lado, me acercó al camping en coche, y así llegué antes. Es que cuando acaban los conciertos  tomamos generalmente una cerveza a la caseta, hablamos, y si te descuidas se te hacen las tantas. El cansancio se va notando, al final tienes que borrarte da alguna manera y el que quiera que se quede.

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