13 de agosto
La imagen de Marciac hoy, es la del día después de una gran
fiesta.
Todo está en calma
pero con un aire decadente, una imagen de lo que fue y ya no es, un descenso en
picado de la actividad, que encoge el corazón.
Es como si las historias vividas
en éstos días se borraran, como si ya no quedara nada, y las gentes partieran
sin dejar rastro, sólo pequeños momentos grabados en las memorias de cada uno,
que a buen seguro nunca volverán, y que
inevitablemente darán paso a otros diferentes.
Camiones enormes salen cargados hasta los topes de las
inmediaciones del Chapiteau, levantando polvo, pasan por nuestra curva y se
llevan nuestros recuerdos, todo se desmonta, todo acaba.
Ayer ya no hubo conciertos en el Chapiteau, aunque la plaza
del pueblo sigue montada y activa. Comienza nuestra labor de desmontaje. Primero la gran
tienda del camping donde a su vez estaban las nuestras. Ha habido que desmontar
primero nuestras tiendas y las hemos puesto en otro sitio a la sombra, puesto
que el camping de voluntarios comienza a vaciarse, es desolador…
Más tarde, después de comer, desmontaje de la gran
tienda-terraza del chalet. Eso ha sido más duro, al sol. Y luego… una ducha en
el camping sin gente, sin hacer cola.
Hemos cenado en el chalet, y luego por fin a la plaza sin
presiones, sin horario.
Nos hemos metido en las arcadas de la plaza al oir flamenco,
Simón y yo corriendo como locos a ver dónde era, y en efecto, un grupo flamenco
tocando en un bar, así que la primera copa ha sido allí. La segunda copa, un
Daikiri, bastante malo, por cierto, pero la música era my animada y entre
nosotros había buen ambiente. También un "barbe à papa" (algodón de azúcar) ha hecho acto de presencia esta noche.No estábamos todos, pero ha sido
estupendo. Lo último, al sonido de un grupo de jazz, tocando rock, nos hemos
puesto a bailar en plena calle ¡qué divertido!
Intento vivir intensamente lo últimos momentos, captarlos y
agarrarlos fuerte. No quiero seguir como hasta ahora, esperando que aparezcan, quiero buscarlos, aunque sé que no
siempre aparecen cuando uno quiere, tengo ganas de vivir a tope cada simple
cosa, y esto será mi trampolín. Pareciera que acabo de descubrir la vida con
casi 40 tacos, pues sí ¿y qué pasa? Más vale tarde que nunca, ¿no?. Bueno,
hablando en plata, éste viaje me ha vuelto del revés, eso es todo.
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