27 de Julio
Tras un desayuno típicamente francés en la granja de Simón,
y habiendo escuchado el gallo a las 5 de la mañana, el día se presenta lleno de
actividades.
Sigue haciendo un calor que no es típico de aquí, lo que
hace más duro el trabajo.
Hoy nos toca montar otra carpa, pero ésta vez la del
camping, debajo de la cual plantaremos las cuatro tiendas del equipo. Así
estamos protegidos del sol y de la lluvia, bien pensado.
Se come pronto a las 13 horas, y se cena a las 19, el cambio
de horarios me trastoca y también la fatiga mental que supone estar
continuamente alerta, intentando comprender lo que escucho para que no se me
escape nada y tratando de construir las frases sin errores. Cada día hago
progresos.
Todo tiende a desaparecer, estoy tan metida en la
experiencia que es como si mi vida anterior se hubiera borrado por momentos,
todo es nuevo, todo está por descubrir.
Que te hagan currar físicamente en labores a las que estás
poco acostumbrado, hace que tu ego se retuerza, pero va bien para que entre en vereda de vez en cuando el maldito,
consentido y maleducado ego.
Mi miedo escénico, ha desaparecido; como nadie aquí habla
español, si me equivoco, no hay dolor, tengo que expresarme como sea. A veces
acudo a Simón, que está estudiando para ser profesor de español y me ayuda en
alguna cosa, pero eso ocurre pocas veces.
Mi cerebro está haciendo conexiones nuevas, gracias al
idioma, y también ocurre que la gente que escucha mi acento tiene interés en
preguntarme de qué parte de España vengo y me da conversación, eso me obliga a
soltarme, a socializarme, y a perder el miedo…..¿quién dijo miedo?
El primer día me ha tocado acompañar a un señor en silla de
ruedas totalmente autónomo, no tenía ni que empujarle la silla, sólo abrirle
camino entre la gente que accede al gran recinto donde tienen lugar los
conciertos. Cuando la gente te ve con el chaleco de Synergie-passion, se
apartan, eso te hace sentir importante.
Tras una fuerte tromba de agua justo antes de los conciertos,
ha empezado a refrescar y ha habido un momento de pasar frío y llevar los pies
mojados, pero luego, en el concierto se estaba bien. Es en esos momentos,
cuando mi voz en off comienza a hacer de las suyas, intentando boicotearme,
pero yo le digo que no hay dolor y que en todo caso, ésa es la única opción.
He permanecido en el interior, escuchando la música todo el
rato, aunque podía haber vuelto a la base, pero quería escuchar los conciertos,
y verdaderamente son unos músicos muy buenos, puedes apreciarlo aunque no
entiendas de jazz. Te sientas en el suelo cerca de la persona de quien te
encargas, y a escuchar. Somos privilegiados por poder estar ahí, la verdad.
La base, es una caseta de madera donde recibimos a la gente
que necesita nuestros servicios, vendemos bebidas, y damos información, y está
al lado de la puerta de entrada al gran recinto de conciertos.
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